Historia de las brujas de Salem
Lo que comenzó como un misterio en una pequeña aldea puritana se transformó rápidamente en una ola de histeria que costó la vida a veinticinco personas.
Todo empezó en la aldea de Salem, Massachusetts, en el gélido invierno de 1692. Un grupo de jóvenes, incluyendo a la hija y a la sobrina del reverendo Samuel Parris, Betty Parris y Abigail Williams, comenzaron a tener ataques extraños, convulsiones y a gritar incoherencias. Sin una explicación médica, el médico local diagnosticó que estaban bajo un "ataque del Mal". Bajo la presión de la comunidad, las jóvenes señalaron a tres mujeres como las responsables de sus males: Tituba (una esclava del reverendo), Sarah Good y Sarah Osborne.
Una vez que la puerta de la acusación se abrió, no hubo marcha atrás. Las "chicas afligidas" ganaron poder en la comunidad y comenzaron a señalar a otras personas, incluyendo a ciudadanos respetables y prominentes. La evidencia utilizada para condenar a los acusados era en gran parte "espectral", es decir, el testimonio de las víctimas que afirmaban ver al espíritu o espectro del acusado torturándolas.
La locura llegó a su fin cuando personas de alto estatus, incluyendo la esposa del gobernador, fueron acusadas. A finales de 1692, el gobernador William Phips prohibió el uso de la evidencia espectral y ordenó el cese de los arrestos. En 1693, todos los prisioneros fueron liberados.
Con el tiempo, la mayoría de los jueces y miembros del jurado se arrepintieron públicamente de sus acciones. Los juicios de Salem se convirtieron en un sombrío recordatorio de los peligros de la histeria colectiva, la intolerancia religiosa y la falta de un debido proceso legal. Su historia perdura como una advertencia atemporal sobre el frágil equilibrio entre la justicia y el miedo, y el poder destructivo de la ignorancia.